CIFESA
Quinito y su granja modelo (1943): Al igual que sucedía con Noche de circo, esta película desaparecida la hemos podido recuperar en parte (8 m) gracias a la versión de 9,5 mm que, en la década de los cincuenta, se hizo para los proyectores de juguete Jefe. Película cuya historia registrada en Censura difería en parte de la filmada, como ya vimos en otro caso, por lo que hemos decidido reescribir su sinopsis complementándola con la copia de cine doméstico:
"Vemos un establo donde una vaca está leyendo mientras Quinito la ordeña usando el rabo a modo de palanca de una bomba de achique. A la llamada general para el desayuno acuden dos conejos y dos cerdos. Al tiempo, dos gallinas ponedoras envían sus huevos, canalizados través de unos tubos. De pronto vemos al gallo que corre perseguido por un zorro pertrechado con un saco y con aviesas intenciones. Quinito se dirige hacia el intruso, horca en mano, ahuyentándolo. Mientras el pato Frasquito, ataviado con traje corto, no se da por satisfecho y le dispara desde la distancia con un cañón, alcanzando y matando al zorro. Frasquito es paseado a hombros por la granja."
Según parece, faltaría un número musical consistente en una zambra alrededor del zorro, no sabemos bien si antes o después de su dramático final. Lo que en cualquiera de los casos añadiría un extra de crueldad sorprendente desde la perspectiva infantil actual.
Quinito errante (1943): Felizmente de esta película se conserva una copia en 16 mm en excelente estado en la Filmoteca Española, de hecho es la única superviviente con sonido. Es posible que su conservación hasta nuestros días se deba a su inclusión, en 1954, en el Primer catálogo de películas cinematográficas de la Cinemateca Educativa Nacional5, lo que obligaba a la productora responsable a realizar cuatro copias en 16mm, 1 copia Lavender y un contratipo en 35mm. La película cuenta, en 8´, lo siguiente:
"Vemos a Quinito merendando bajo un árbol, a la vera de un camino. Se le aproxima un perrito con el que hace buenas migas y lo bautiza como Cuqui. Continúan juntos el camino tocando la armónica alegremente hasta que llegan a unas colmenas. Secuencia de las abejas trabajando, hasta que el perro, en busca de miel, las molesta y estas los persiguen. Cuqui salta a una charca para salvarse del ataque y Quinito toma otra dirección, separándose. Más tarde, Quinito, es sorprendido por una tormenta y se refugia en un castillo cercano, donde se queda dormido aterido de frío. Secuencia en la que vemos a unas particulares brujas salir desde un campanario cercano subidas en sus escobas voladoras. Mientras, en el castillo, a Quinito se le aparece el fantasma de Don Tancredo que, en una vista guiada, lo conduce a una habitación donde tienen instalada una fábrica de cadenas. Panorámica de la misma y del proceso de fabricación de las cadenas, mientras una pareja de fantasmas trabajadores canta una copla relativa a su labor. Finalmente Quinito es despertado por un fantasmita que resulta ser Cuqui disfrazado. Alegría por el reencuentro.”
Lo más interesante de la documentación presentada a Censura para este corto es el cuadro técnico que, por primera vez, vemos completo, con sus funciones y con los sueldos mensuales a percibir. En él se nombra a todos los miembros del equipo, tanto a los que conforman la familia como a los externos, donde figuran la calcadora Srta. Amparo Nicolau (Amparito de Benimaclet), el maestro E. Martínez Lluna, que vuelve a repetir como compositor, y Carmen Arenas (Carmita), encargada de poner la voz de Quinito. Artistas todos a los que ya conocemos del apartado «Equipo».
La animación en este episodio, obra de Alberto, es francamente mejorable, con un Quinito y unas brujas cambiantes y “fuera de modelo”, pudiendo salvarse únicamente la secuencia del trabajo de las abejas —demostrando que se encontraba más cómodo con los personajes más cartoon o con animales—. En cambio, los escenarios exteriores y la entrada a la fábrica de cadenas, son de una factura notable.
A pesar de sus deficiencias, esta película fue la que tuvo una vida más longeva, pues además de incorporarse en 1954, como hemos indicado, al Primer catálogo de la Cinemateca Educativa Nacional pasó, en 1961, a ser distribuida temporalmente por la empresa Novedades Españolas.
Conservación:
A completar
"Quinito errante" (1943)
Quinito náufrago (1943): De este título, que es si día contó con siete copias en 35 mm, solo se conserva una serie de fotografías de cuatro fotogramas escogidos realizadas durante el rodaje de la misma. Documentos gráficos que nos muestran unos excelentes diseños de animales sobre fondos selváticos, por lo que es de lamentar todavía más su desaparición. El equipo, consciente de esa calidad, los registró mediante dichas fotografías, no sabemos con qué intención.
En este caso la historia presentada a la Junta de Censura pudiera ser más fiable que en cortos anteriores ya que se trata de un documento a caballo entre el argumento para la Censura previa y una especie de guion técnico que separa las escenas principales (cincuenta y tres) y añade alguna indicación. La sinopsis final, fruto de este «guion técnico» y las fotografías conservadas, sería:
"Quinito naufraga de noche en un velero y las olas lo arrastran a la playa de una isla tropical. En la 2ª secuencia, al día siguiente, vemos diversos planos de la fauna que la habita, entre ellos (track in hacia) un grupo de gacelas pastando. Quinito comienza a andar tocando la armónica, por la vieja enseñanza de que la música amansa las fieras. Una negrita indígena lo encuentra y se enamora dulcemente. Mientras, Quinito sufre el ataque de un león, del que sale victorioso gracias a su ingenio, remachando las garras de la fiera en un tablón que ha utilizado a modo de escudo. Posteriormente Quinito es apresado por la tribu caníbal de la isla que lo lleva a su rey, que ordena que lo asen. Mientras los negros cantan "Hay merienda". Quinito acaba atado a una palmera al tiempo que un negro baila a su alrededor por bulerías. Desde la copa de la palmera la negrita escondida, lanza un coco sobre la cabeza del hombre de su raza y el desvanecimiento de éste facilita la huida de Quinito, que llega a la orilla del mar y embarca en una piragua. Quinito respira feliz después de tantos peligros y la negrita queda en la orilla de la playa agitando su pañuelo y llorando mientras suspira corazones alados."
Por último comentar que el modo mediante el cual la negrita enamorada rescata a Quinito recuerda sospechosamente a El faquir González en la selva (Joaquín Muntañola, 1942), cortometraje con el que tiene muchos paralelismos y que también produjo CIFESA.
Quinito y la flauta mágica (1944): Merced a un depósito realizado en la Filmoteca de Catalunya hemos podido recuperar la última de las producciones de Pérez Arroyo para CIFESA, en 16 mm pero lamentablemente sin sonido. Sin embargo, este título nos era conocido en parte ya que desde 1956 se ofertó repicado a 9,5mm y en su longitud total (96m) para la posterior saga de proyectores domésticos Jefe, así como en versiones reducidas de 7, 15 y 30 m y de distinto paso —algunas a la venta hasta 1971. Una explotación exhaustiva que nos hace pensar que Pérez Arroyo conservó algún derecho sobre la película y este que fue más allá de la desaparición de CIFESA (1961). La historia sería la siguiente:
"Seguimos a Quinito errante por el bosque mientras
nieva y tiritando de frío llega a la casa de una amable
abuelita que le regala una flauta, talismán de
la felicidad, que le proporcionará todo lo que desee
siempre que la emplee para bien. Quinito la toca y
sus harapos se convierten en ropa nueva. Después,
mientras se marcha del lugar, decide acabar con el frío
adelantando la primavera. Unas ardillas cantan que la
primavera ha llegado y se le suman varios animales del
bosque (un conejo, un grillo, una abeja, una mariposa,
una golondrina…). Durante su viaje cae por un cortado
y gracias a la flauta, que convierte las notas musicales
en globos, amortigua su caída. Cerca de un río se produce
una pelea entre una rana y una mosca. Quinito
le echa una mano a la mosca aumentando su tamaño
mágicamente y al final del combate, que queda en tablas,
la rana y la mosca hacen las paces. En la secuencia
siguiente varios abejorros andaluces son aleccionados
en verso por el abejorro PPT en el arte del toreo en la
escuela taurómaca de su mismo nombre -un maestro cuya cara muta por unos frames por la de Manolete. Casualmente se produce un encuentro con Tolín, y Quinito le relata las virtudes de la flauta mágica. Tolín decide robar fruta y cuando es sorprendido por un guarda sopla la flauta
haciendo que este se ponga a bailar sinuosamente sin
poder evitarlo. Finalmente la flauta estallará por haber
sido mal empleada y el guarda atrapará a los dos
amigos. Se cierra la película con un plano que sigue al
guarda, rumboso, con su cayado al hombro cargando
con los dos pilluelos a modo de hato."
Una vez más se trata de un guion deslavazado y con números musicales metidos con calzador a modo de relleno, razones por las que probablemente el Vocal de guiones, miembro de la Junta Censora, se pronunciara diciendo «Dibujos animados bastante malos». Lo que no impidió que en el tarjetón de Permiso de rodaje expedido por el Dpto. Nacional de Cinematografía a CIFESA se lea «Son dibujos= Preferente», lo que nos lleva a pensar que en 1944 hubo algún tipo de instrucción interna que favorecía a este tipo de producciones atendiendo a su complejidad frente a la imagen real.
Con todo, en Quinito y la flauta mágica encontramos las secuencias animadas más dignas de la filmografía superviviente, por ejemplo, la escena del combate entre la rana y la mosca no tiene nada que envidiar a cualquier animación media americana de los años treinta, o la secuencia de la llegada de la primavera, celebrada por multitud de criaturas del bosque, al más puro estilo de las Merry Melodies, que incluye un baile con ardillas muy meritorio. Incluso Quinito y la abuelita alcanzarían un nivel de animación aceptable, algo que sin embargo no ocurre con Tolín y el guarda. También es reseñable la complejidad técnica del largo track-in, con efecto multiplano, que llega a meter la cámara en el interior de la casa de la abuelita durante una copiosa nevada al poco de empezar.
Para finalizar, aunque el maestro Lluna fue el responsable de la banda sonora, su composición no figura en el registro que del músico se conserva en la SGAE. En este archivo todas y cada una de las canciones principales realizadas por Lluna para los cortometrajes anteriores de Pérez Arroyo están registradas con el nombre de la misma película; es decir, no hay constancia de una composición para dibujos animados titulada «La flauta mágica». Sin embargo si existe una composición anterior de Lluna titulada «Canción de la primavera», que cantara su hermana, la soprano Carmen Martínez Lluna, y que bien pudiera haber sido reaprovechada para esta última ocasión.
"Quinito y la flauta mágica" (Joaquín Pérez Arroyo, 1944)
Conservación:
A completar
El arroz (1943): Pero en estos años los cortometrajes animados no serán la única relación cinematográfica entre Pérez Arroyo y CIFESA, pues, según su Memoria de producción, éste continuará relacionado con el género documental participando en: El arroz (Arturo Ruíz-Castillo, 1943) y Haciendo patria (Manuel de Lara, 1944), responsabilizándose de «la parte mitológica» en ambos además de la «histórica» en la última. En El arroz en concreto, se encargará de la documentación y animación de la leyenda india que abre el documental y que como una pieza independiente (La leyenda del arroz) explica el origen del cereal narrado en off sobre tres minutos de animación realista, asegurando en la mencionada Memoria que su trabajo logró un Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo, sin que hayamos podido comprobarlo. La animación de esta introducción supondrá una rareza en la carrera de Pérez Arroyo ya que posee un registro mucho más figurativo que el utilizado hasta ahora. De hecho es tan formal que le obligará a limitar la animación, pero el clan sabrá combinarla con variados efectos especiales de impecable factura obteniendo un resultado notable. Como curiosidad decir que los gráficos animados que jalonan el corto correrán a cargo del estudio madrileño de Tauler y Maortúa especializado en este tipo de servicio6.
Por contra, de Haciendo patria no hemos encontrad rastro alguno, tan solo la anterior referencia que de ella hace Pérez Arroyo en su Memoria de producción y que le adjudica la dirección a Manuel de Lara; un profesional de la cinematografía cuyo oficio realmente se encontraba en la jefatura de producción. Un desempeño, este, que realiza en Sucedió en Damasco (José López Rubio, 1942), en Empezó en boda (Raffaello Matarazzo, 1944) o en La tempestad (Javier de Rivera, 1944), por citar solo aquellos trabajos más contemporáneos.
Sin embargo, a pesar de toda esta actividad y de tener dos cortos más en proyecto —Quinito en sangre torera con el guion terminado y Quinito alpinista en fase de escritura— a finales de año terminará su relación con CIFESA, ya que la misma decide suspender toda producción de metraje corto y por ende con el trabajo de Pérez Arroyo. Éste será un hecho generalizado en las grandes productoras de todo el país debido a la imposición del No-Do, principalmente, y que condenará a este formato y, en particular, a la animación en 35 mm.
"La leyenda del arroz" (Joaquín Pérez Arroyo, 1943)
Conservación:
A completar
- En ese sentido, el estudio de Pérez Arroyo resulta curioso porque comparte con los madrileños el autodidactismo y una estructura más bien primaria mientras que con los de Barcelona le une un concepto y una visión más industrial.
- Consultada luego la documentación aportada a la Junta de Censura constatamos que este monto fue siempre menor, así como el metraje final.
- Repartidas entre la Filmoteca Española y la Filmoteca de Cataluña.
- Por ejemplo, de Quinito náufrago se mandaron dos copias de Sevilla y ninguna a Levante, mientras que de Quinito y la flauta mágica se mandaron dos a Madrid y ninguna a Sevilla.
- Un catálogo de adscripción libre y que seleccionaba aquellas películas que consideraba «aprovechables con fines docente» para ser visionadas en colegios, principalmente.
- Arturo Ruíz-Castillo era también el encargado de la fotografía en este estudio por lo que derivó este trabajo a sus compañeros —algunos dibujantes en las revistas Gutierrez y Buen Humor—, un trabajo sencillo que perfectamente podrían haber resuelto Pérez Arroyo y compañía.