La animación
La técnica
La ausencia total de información sobre la formación en la compleja técnica de los dibujos animados de Pérez Arroyo y equipo no hace sino aumentar el misterio en torno a ellos. La conexión con otros animadores de Madrid, Barcelona o con su predecesor en Valencia, Carlos Rigalt, nunca ha podido ser comprobada, lo que nos lleva a pensar en que Pérez Arroyo y/o su hijo recorrieron la senda habitual de sus iguales en aquel contexto: el autodidactismo apuntalado por los reportajes gráficos de revistas foráneas y el boca oreja de precedentes nacionales de preguerra (la SEDA, Joaquín Xauradó, Serra Massana…)
Sin embargo, un detallado estudio de los dos únicos originales de sus producciones supervivientes —tanto de la época de 35mm como la de cine doméstico—, así como de un testimonio de primera mano nos permiten suponer algunos de los recursos manejados por el clan y sus resultados:
—En primer lugar parece descartada la utilización de pivotes. Los dos originales de conservados carecen de perforación alguna y con la foto de un «acetato» sobre un fondo de otra producción sin identificar (posiblemente de «De la raza calé») sucede otro tanto. Según algunas fuentes 3 hasta la realización de Garbancito de la Mancha (Arturo Moreno, 1945) este práctico dispositivo no fue incorporado a las mesas de los animadores españoles, lo que reforzaría nuestra sospecha. Por lo tanto sería el habitual ángulo de madera situado en una esquina inferior del área de dibujo el método utilizado por Pérez Arroyo y los suyos para evitar los movimientos involuntarios a la hora de animar.
—Por otro lado también sabemos, gracias a Joan Andreu Espí, que Pérez Arroyo, durante su etapa de cine doméstico, acudía al laboratorio de su padre con una pila de «acetatos» por cortometraje acompañada de una particular carta de rodaje con indicaciones sobre el número de fotogramas por dibujo. Planchas que luego recuperaba. Por lo que deducimos que Pérez Arroyo, en esta segunda etapa, externalizó la fase de cámara y que posiblemente ni siquiera hiciera el recomendable test de línea previo, lo que refrendaría, en parte, la bajada de calidad en estas producciones.
—Y por último, también en su etapa de cine doméstico, parece clara, a decir del experto animador Raúl García 4, la utilización de radiografías lavadas con lejía en sustitución de las costosas láminas de acetato o el borrado de estas para ser reutilizadas. Desde principios de los años cincuenta Pérez Arroyo, en solitario prácticamente y sin el respaldo económico de Publicidad Levante o CIFESA, se encargaba de suministrar peliculitas al entramado de proyectores domésticos, del que era epicentro, de la manera más económica posible, por lo que la práctica de la reutilización de radiografías5 o de antiguas planchas resultaba lógica en este contexto. Es más, quedaría reforzada por la inexistencia de acetatos originales a día de hoy y por la evidencia de la reutilización de ciclos redibujados. Es decir, Pérez Arroyo reusaba ciclos de animación de personajes en distintas películas pero, si nos fijamos bien, estos eran no idénticos entre si, lo que invita a pensar que los ciclos eran vueltos a calcar sobre el «acetato» cada vez a partir de las hojas de papel originales. Este proceder explicaría el que no se haya conservado ningún «acetato» de los miles que de debió dibujar Pérez Arroyo en ese periodo comprendido entre 1950 y 1959.
- Documental Pérez Arroyo, ánima d´animador (Raúl González-Monaj y Carles Palau, 2020)
- La llamativa variedad de registros que Pérez arroyo puede llegar a emplear al dibujar a Quinito durante su etapa doméstica es sinónimo de cierta dejadez
- José Mª Candel en Historia del dibujo animado español, Editora Regional de Murcia, 1993
- Documental Pérez Arroyo, ánima d´animador (Raúl González-Monaj y Carles Palau, 2020)
- Este proceder era muy común en las producciones animadas de posguerra como se puede comprobar en diversas entrevistas realizadas por Mária Manzanera para su libro Cine de animación en España. Largometrajes 1945-1985, Ed. Universidad de Murciaq, 1992