De todos los proyectores en los que estuvo implicado Pérez Arroyo el Royter sería el más misterioso por la escasez de datos de que disponemos. Sin embargo, desde un principio se sospechó se su relación: por un lado, sus líneas y mecanismos remitían claramente a la patente de 1950 Mejoras en la construcción de máquinas proyectoras, emparentándolo por tanto con los simultáneos Pequeño Ekler y Cine BB, y por otro las cajas de las películas Royter compartían elementos de diseño con las del Ekler.

La ausencia de catálogo tampoco ayudaba, sin embargo, el único título animado Royter del que tenemos noticia confirmó la sospecha. Se trata de Séneca y P.T.T en la pesca (11m), unos protagonistas que vinculaban definitivamente al genio de Lucena con este proyector. Al conocido perro Séneca le acompaña esta vez el insecto P.P.T, un personaje recuperado de la película en 35 mm Quinito y la flauta mágica (1944), donde ejercía de maestro taurino.

Pero esta combinación de actores ya nos era conocida de Séneca y la mosca (8m), la última de sus películas perteneciente a la hornada Jefe de 1956 -ver Listín de películas para proyector Jefe-, por lo que sospechamos, a falta de verla, que bien pudiera tratarse de un remontaje, o un remake, a los que Pérez Arroyo recurría en ocasiones, y que completaría hasta los 11 m con nueva animación.

Por todos estos indicios nos atrevemos a datar el proyector Royter sobre 1956 y a señalarlo como la última de sus aventuras comerciales -en solitario o acompañado de Andreu- dentro del campo del diseño industrial de los proyectores domésticos. En ese sentido y al igual que en sus antecesores Pequeño Ekler y Cine BB no hemos encontrado en el ingenio ninguna información sobre fabricante alguno.

En cuanto al aparato en si dispone de un paso de 9,5mm y está fabricado en chapa sobre una base de zamak lo que le proporciona al conjunto un peso total de 2,70 kg.

El Cine BB también estaba construido en plástico y permitía un paso de 9,5mm pero a diferencia de sus predecesores contaba con un sistema de arrastre novedoso. Del Cine BB hemos llegado a contabilizar hasta tres variantes que diferían fundamentalmente en la sujeción de las bobinas al cuerpo del proyector y en las dimensiones de la base de madera del conjunto. Además, el tercer modelo contaba con unas guías añadidas que canalizaban la película saliente hacia el porta-bobinas inferior, quedando aquella menos expuesta al deterioro. Sorprendentemente, desde el año anterior (1952), como mínimo, el Cine BB ya se encontraba a la venta, es más, contaba con una red de representantes por toda España. Es decir, las versiones Iª y IIª se comercializaron antes de ser cubiertas por la patente de la IIIª versión.

Otro elemento extraño lo añade el que el Cine BB compartiera catálogo de películas con el anterior Pequeño Ekler, algo normal si no fuera porque en una de ellas — “El pollo Rafael en borrón de tinta”— aparece un guiño al Cine BB. Es decir, parece ser que cerca de 1951 o 1952 cohabitaron ambos proyectores, sin que uno fuera el sustituto del otro. Por todo ello barajamos el escenario de que Pérez Arroyo llevó adelante un proyecto que nació en 1950 con la patente “Mejoras en la construcción de máquinas proyectoras de juguete” y que fue desarrollando con nombres distintos —Pequeño Ekler y Cine BB en sus tres versiones— y con perfeccionamientos progresivos hasta 1953, cuando los recoge todos en la patente de la versión IIIª del Cine BB.

Como decimos, las películas animadas de su catálogo son las mismas del cine Ekler más una novedad: Rafael en las carreras, también responsabilidad de Pérez Arroyo, por lo que la oferta animada del Cine BB sumaba un total de nueve títulos. Película que, como todas las realizadas por el patriarca del clan durante esta etapa, deja bastante que desear, con una historia floja, dibujos «fuera de modelo», animación sin intercalar y un ritmo muy apresurado, quizá dejando en manos del proyeccionista las pausas y cadencia necesarias para su total comprensión.